“Lo de la calabaza lo hacíamos pues para meter miedo, para asustar….Habia un barrio arriba y otro abajo. Y entonces cogíamos la calabaza, la preparábamos bien, metíamos una vela y nos poníamos por encima una sábana blanca para asustar a las que salían del rosario” (risas).

¿Y la calabaza como la cogíais, con las manos, para que parezca la cabeza?

“Sí, sí; la calabaza la poníamos así…para que pareciera la cabeza, la calavera, y después quedaba el cuerpo con la sábana y eso…Y hacíamos cosas con la mano, sacábamos una mano con un guante, y hacíamos cosas con la mano para asustar al que venía.

¿Dónde lo hacíais?

“En la bajada del cementerio, que hay un camino

¿Y te acuerdas de alguna anécdota?

“Pues sí, alguno lloró al ver la calavera (risas)

Nos lo contó Tinuca Ceballos, natural de Correpoco.

 “Mira en esta casa que hay aquí que da para la parte de acá (hace señas) ahi vivia una señora sola, se llamaba la tía Matilde. Esa mujer estaba sola y por la noche le andaba por toda la casa el cesto de las patatas con peladuras y todo el solo. 

Y a la otra noche en lugar de ser el cesto le andaban los quesos. Tenía los quesos secando, ya saben hacían queso. Y andaban los quesos por toda la casa rodando. Y por la noche la mujer se fue a la cama y que le pegaban tortas en la cara y que empezó a pedir auxilio, auxilio y los quesos seguían rodando y el cesto de las patatas también…solos.

 

La mujer lo pasó mal de aquella y le pegaban azotes en la cara mientras estaba en la cama”
Informante: Gori López